El precio de la redención
Porque habéis sido comprados por precio;
Hace algún tiempo me preguntaron acerca de esta maravillosa verdad: que fuimos comprados, Cristo pagó un precio muy alto por nosotros, pero la pregunta que me hicieron fue, ¿y qué hace quien recibe ese pago? es decir, ¿de qué le sirve a quien está vendiendo recibir la sangre de Cristo, la vida de Cristo? En toda transacción hay alguien que vende y hay alguien que compra, el que compra paga un precio y el que vende recibe el beneficio del pago. Pero en este caso, aunque está claro que el comprador fue Dios mismo, que nosotros somos el objeto de la compra, que el precio fue la vida de Cristo, lo que no está claro es, ¿qué le aprovecha a satanás recibir ese pago? ¿qué hace él con ese pago? ¿Estábamos a la venta?
Para desenredar esta pregunta, vamos a estudiar algunos pasajes que nos ayudarán a profundizar verdades acerca de nuestra compra, nuestra pertenencia y el significado de nuestra redención. En primer lugar debemos entender esto: quien incumple la ley está bajo maldición y debe morir (Gálatas 3.20 y Ezequiel 18.20). Hay una pena, una condena sobre nuestras cabezas y lo que merecemos es la pena de muerte, no apenas la muerte espiritual que forma parte de la herencia con la que llegamos a este mundo gracias a la desobediencia de Adán (Romanos 5.12), sino que nuestra vida debe ser el pago por nuestros pecados. De acuerdo a los diez mandamientos, por romper uno, ya somos culpados de haber incumplido toda la ley. A lo largo de nuestra vida acumulamos deuda a pesar de nuestras "buenas acciones" (Romanos 4.4), pero el peso de esa deuda cada día es mayor y no hay otra manera de ser libres de esa acumulación sino mediante la muerte. Entonces estamos en una situación peor de la que esperábamos, de un lado por nuestras acciones tenemos una deuda que se paga con la muerte y la manera de librarnos de acumular esa deuda es mediante la muerte, pero para que nosotros podamos vivir una vida sin relación con esa acumulación de deuda necesitaríamos morir y volver a nacer, pero si nacemos de vientre materno seguiremos amarrados con esa deuda, no importa cuántas veces muramos (Juan 3.6)
La palabra dice que hemos sido comprados por precio, no significa que estábamos a la venta, significa que nuestra vida estaba destinada a la muerte y nuestra alma a pagar un precio eterno por nuestros pecados (Salmos 49. 6-8). Pero vino Jesucristo, el Hijo de Dios, la imagen del Dios invisible (Colosenses 1.15). En este mismo pasaje aparece otra palabra muy importante "redención". El proceso de redención se daba principalmente en referencia a los esclavos, que ellos eran liberados de la esclavitud mediante la compra de sus vidas, un esclavo que se tornaba redimido se tornaba libre del antiguo amo, la redención también involucraba la cancelación de deudas. Podemos vislumbrar cuál el alcance del pasaje de 1a Corintios 6.20a, que fuimos comprados por precio, redimidos de nuestra antigua naturaleza y nacidos del espíritu con una nueva naturaleza (2a Corintios 5.17). La puerta de entrada para esa redención es el arrepentimiento, del cual hablaremos en una futura ocasión. Nuestro nuevo nacimiento, nuestra nueva naturaleza no es un aditamento, un elemento cosmético, o accesorio, es un cambio en nuestro rumbo y la rendición de todo nuestro ser a quien ahora pertenecemos. Cuando somos salvos, recibimos una nueva vida no para hacer lo que nos da la gana, sino para agradar a Aquel que nos compró.